Londres y Estados Unidos, los grandes facilitadores del blanqueo de dinero negro

 

En las últimas décadas, mucho se ha hablado de los autócratas corruptos y sus prácticas habituales para blanquear jugosas sumas de dinero. No obstante, se ha dejado de lado a otros actores que lo permiten: banqueros, abogados, agentes inmobiliarios, contables y asesores de relaciones públicas. En concreto, los de Londres y Estados Unidos, que han terminado por convertirse en facilitadores del blanqueo de capitales.

En el caso del caso de la City de Londres, todo comenzó cuando Reino Unido se unió a Francia e Israel para tratar de evitar la nacionalización del canal de Suez en 1956. Esta aventura militar se encontró con la oposición de Estados Unidos, lo que al final terminó forzando la retirada de Reino Unido. Según Oliver Bullough en su libro Butler to the world: how britain became the servant of tycoons, tax dodgers, kleptocrats and criminals, este país acababa de perder un imperio y “aún no había encontrado su papel”. Tras esto, decidió que su papel sería el de facilitar los flujos de dinero en todo el mundo.

La adopción de este roll fue posible porque la City londinense de posguerra estaba dispuesta a adoptar innovaciones que supusieran un buen negocio para sus financieros. Al mismo tiempo, el mundo vivía una escasez de divisas y permitir los flujos de dinero transfronterizos fuera de la regulación nacional se presentaba como una oportunidad demasiado jugosa. Así, los puestos avanzados del antiguo imperio, desde las Islas Vírgenes Británicas hasta Gibraltar, se reinventaron para ocultar dinero o escapar de las reglas onerosas.

Asimismo, Bullough apunta a los códigos sociales no escritos del país como elemento clave para la adopción y perpetuación de este papel, entre ellos la solidaridad exclusiva de su clase alta y su obsesión tácita por el dinero. A lo que se suman las viejas peculiaridades de la legislación británica, desde las sociedades limitadas escocesas hasta los procesos penales privados, según recoge Bloomberg.

Por su parte, Estados Unidos acoge algunos de los paraísos fiscales más profundos del mundo, entre ellos Delaware, Nevada, Dakota del Sur y Wyoming. En su libro American kleptocracy, Casey Michel expone cómo las fábricas abandonadas del cinturón del óxido de Estados Unidos se convirtieron extrañamente en conductos para el blanqueo de dinero sucio. Estas comunidades, atrasadas y desesperadas, recibían con los brazos abiertos a inversores veinteañeros de una comunidad judía ortodoxa de Miami que se presentaban sin experiencia industrial o empresarial, pero con mucho capital procedente de la corrupción ucraniana.

Washington también se ha encargado de dejar lagunas en las leyes contra el blanqueo de capitales para una serie de transacciones y profesiones, entre las que destaca la inmobiliaria. Ejemplo de ello es Trump SoHo, con más del 75% de las ventas realizadas por “compradores que encajaban en los perfiles de blanqueo de dinero”.

Reino Unido toma medidas

Reino Unido ha aprobado un paquete de nuevas leyes para registrar a los propietarios extranjeros de bienes británicos y ampliar los poderes del gobierno para investigar el origen de su riqueza. Estas medidas cumplen la promesa del primer ministro Boris Johnson para acabar con el dinero sucio en el país.

El Ministerio del Interior británico también ha hecho públicos sus planes para reformar el Registro de Sociedades, la agencia gubernamental que registra la información de las empresas y la pone a disposición del público, según un comunicado del órgano que publica Bloomberg.

Las nuevas leyes están diseñadas para ayudar a la Agencia Nacional del Crimen a impedir que los extranjeros blanqueen dinero a través de la compra de propiedades en el Reino Unido.

Origen: elEconomista.es

Autor: Redacción elEconomista.es

País: España

Fecha: 06/03/2022

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